La modalidad de trabajo en el Jardín Materno-Infantil: “Mi Pequeña Ciudad” concibe al alumno como centro de todas sus actividades escolares, así como su situación familiar y social.
Nuestra propuesta considera a la educación como el proceso que propende al desarrollo pleno de una personalidad autónoma y socialmente integrada, donde el niño y la niña participen de interacciones grupales a partir de las cuales construyan su propia identidad.
Nuestro jardín se concibe como un lugar de apoyo a la crianza en el que acompañamos, con nuestras intervenciones y propuestas, los procesos de desarrollo para educar y cuidar; creando un espacio de constitución subjetiva de bebés y niños/as, de manera de formar seres capaces de alcanzar por sí mismos su desarrollo, desplegar sus posibilidades e introducirse en el conocimiento del mundo dando lugar al juego y a la narrativa.
En nuestro jardín el juego constituye el medio de mayor riqueza para satisfacer la direccionalidad pedagógica de nuestro proyecto educativo, reconociéndolo como un medio donde el niño establece un vínculo placentero con el conocimiento tanto en el ciclo maternal como de infantes.
Jugando se aprende… se aprende con el cuerpo, con los símbolos, con las palabras, con las acciones y con los sentimientos. El juego se relaciona también con la búsqueda de placer y habilita la exteriorización de deseos, afectos y pensamientos.
Se aprende integradamente y se crea a través del juego un ambiente de gran plasticidad, en cual surgen situaciones nuevas que promueven un intercambio de experiencias mediante las cuales los niños y niñas llegan a la construcción del aprendizaje.
Los adultos de nuestro jardín acompañamos los procesos de desarrollo de nuestros bebés y niños/as desde un rol maternante, de acogida y contención, en que la función primordial es la humanización, la constitución subjetiva.
Esta función presente en nuestra institución y en los docentes conlleva a un proceso en el cual es necesario introducir a los niños en los ritmos que su desarrollo les permita incorporar, como así también calmarlos, contenerlos, tranquilizarlos, asegurar su bienestar, respetar su intimidad, acompañar en la conquista de su autonomía y dominio de sí mismo, ayudar a poner en palabras sus sentimientos, favorecer la exploración del mundo que los rodea, el contacto con la naturaleza y el descubrimiento del mundo natural y físico.
Todo ello es posible solo a partir de la constitución de un vínculo genuinamente afectuoso, y de un adulto capaz de ofrecer disponibilidad corporal y emocional, participar de expresiones de mutuo afecto y construir ambientes de juego enriquecedores que posibiliten la acción, la exploración, comunicación y desarrollo de la espontaneidad.
Este jardín tiene, desde sus inicios, una modalidad de puertas abiertas y, al estar inserto en el lugar de trabajo de los padres/madres, permite a las familias sostener la alimentación hasta que los niños cuentan con la suficiente maduración para comer solitos. Esta posibilidad que ofrece nuestra institución resulta realmente valiosa, ya que privilegia los reencuentros madre-hijo dados a través del acompañamiento durante la alimentación, a la vez que permite tolerar períodos cada vez más largos de separación, pues evita que la imagen interna que el bebe guarda de sus padres se desdibuje.
A medida que los niños crecen, sus familias están invitadas a participar de actividades de sala, cierre de proyectos, talleres, eventos y reuniones de padres sobre temáticas relacionadas con el desarrollo durante estos primeros años,
De esta manera, nuestra propuesta educativa incluye un significativo trabajo de comunicación y diálogo con las familias cuyo objetivo consiste en profundizar y mejorar la calidad de los vínculos. La confianza y seguridad que se van construyendo calmarán los temores, inquietudes y expectativas lógicas de la primera experiencia institucional fuera de casa.
La idea inicial del logo del Jardín Materno-Infantil: “Mi Pequeña Ciudad” surgió a partir de un trabajo realizado con los chicos de la Sala de 5 años, Tigres, en el año 2007.
Se les planteó la necesidad de hacer un símbolo que los identifique.
Uno de los trabajos que los chicos hicieron con su maestra fue el de buscar y recortar escudos y luego sacar conclusiones sobre lo que había traído cada uno.
Se les preguntó qué elementos consideraban que no podían faltar en este símbolo, que iba a ser representativo de su jardín.
Algunos opinaron que la bandera era algo imprescindible ya que es un símbolo claramente relacionado con la escuela.
La mayoría incluyó el sol.
Otros dijeron que lo que no podía faltar eran niños ya que son ellos los protagonistas principales.
Todo esto lo volcaron en hermosos dibujos que fueron la fuente de inspiración para la creación del logotipo.
Así fue que estos elementos fueron plasmados, interactuando entre si y formando parte del diseño.
Se uso de base la forma de cuadrado con un ángulo curvo que es representativo del diseño institucional de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
Así, la bandera está presente, con su sol en el centro y también los niños. La expresión corporal de estos niños denota alegría.
A todo esto se agregan dos interpretaciones más a partir de las líneas cuyo trazo es como el trazo a mano alzada de los niños.
Debido a que el nombre del jardín es Mi Pequeña Ciudad, se logró con estas líneas simular el plano de una ciudad representando calles que generan divisiones que corresponderían a las manzanas.
Por otro lado, estas mismas líneas, cruzadas en forma perpendicular y la ubicación en diagonal de los niños y el sol pueden considerarse como un Ta-Te-Ti, mostrando el aspecto lúdico, elemento importantísimo en el aprendizaje de un jardín de infantes.